La postura erguida: algo más que una cuestión estética.

La actividad física de las primeras décadas de la vida mantiene nuestro cuerpo erguido, pero en torno a la treintena las ocupaciones conllevan una vida más sedentaria que repercute en un relajamiento de la postura. Los hombros, antes rectos como una percha, caen redondeados; la cabeza, hasta entonces apoyada sobre un cuello tieso y vertical, se proyecta hacia delante, al tiempo que el pecho se hunde y el vientre sobresale. Una cabeza adulta pesa de cuatro a siete kilos y si dejarla caer hacia delante acabará desequilibrando las cuatro curvaturas de la columna vertebral (lordosis cervical y lumbar, cifosis dorsal y sacra) en relación con el centro de gravedad en torno al que deben alinearse.

Las consecuencias de estos cambios posturales asociados a la edad no sólo son estéticos, como la aparente pérdida de altura y la exhibición de una figura socialmente menos atractiva y que envejece más que las arrugas. El precio de una mala postura es que acarrea consecuencias negativas para nuestra salud. Veamos algunas.

Pérdida de la capacidad pulmonar

La postura “desgarbada” reduce la inspiración y por tanto la oxigenación del organismo, vital para la producción de energía y para la resistencia física frente al esfuerzo.

Peor funcionamiento del tubo digestivo

Una columna arqueada por la mala postura ocasiona una especie de apelmazamiento por hundimiento de los intestinos que dificulta su funcionamiento y en consecuencia aumenta la dificultad para mover el vientre con la regularidad de otros tiempos.

Disminución del radio de movimiento

Al acortarse sus brazos de palanca esqueléticos por la relajación postural, los músculos se acortan y por lo tanto la capacidad de movimiento va disminuyendo. Un cuello adelantado, por ejemplo, irá perdiendo capacidad de giro, obligando a sobrecargar la zona lumbar al girar el tronco para mirar el retrovisor o al cruzar una calle. Unos hombros caídos limitan la elevación de los brazos y facilitan el roce en el interior del hombro, causante de bursitis y dolor.

Aparición de incomodidad y hasta dolor

La cabeza caída hacia delante, frecuente en el trabajo, es fuente de dolores de cabeza y de contracturas dolorosas en los músculos de la parte posterior del cuello y los hombros hasta la zona dorsal, entre las paletillas. Una curva excesiva de la columna lumbar de origen postural, por su parte, es una de las principales causas de la dolencia más común del ser humano: la lumbalgia. La excesiva tensión muscular, por un lado, y la reducción del espacio entre las vértebras por otro, son origen frecuente de muchos dolores y contracturas que el paciente no achaca a ninguna otra causa.

¿Es posible recuperar la postura correcta? La respuesta, en ausencia de cambios esqueléticos irreversibles propios de ciertas enfermedades o de la edad avanzada, es sí. Para identificar la postura correcta puede ser útil una sencilla prueba que usted puede realizar en su casa: póngase de pie contra una pared y en primer lugar, con los talones a unos 15 cm del rodapié, proyecte hacia atrás la zona lumbar hasta tocar la pared y compruebe la distancia entre cabeza y cuello y la pared: si la postura es buena, la cabeza y la mayor parte del cuello no estarán a más de tres dedos  de la pared. Seguidamente, y sin separar la cabeza de la pared, haga que las nalgas contacten también con ella y compruebe la distancia entre la zona lumbar y la pared y el cuello y la pared: si fuera entre 2,5 y 5 cm en la parte baja de la espalda y de unos 5 en el cuello, su postura será excelente. Y esa será la actitud erguida que su cuerpo debería mantener cuando esté de pie para evitar las consecuencias indeseables de la mala postura mencionadas. Ensayarla ante un espejo es una buena manera de asimilarla. Un programa de ejercicios bajo la supervisión de profesionales puede ayudar a adquirir y mantener la postura óptima, pero téngase presente que la clave para conseguirlo reside en ajustar la posición de la cabeza. Como resumen diremos que una postura correcta es una fuente de salud asequible que no sólo puede evitar dolores músculoesqueléticos sino que puede mejorar nuestra capacidad vital.